Este verano he visitado un lugar que me ha conmovido: El Cañón del Antílope, en Arizona. Este famoso rincón natural, ha sido esculpido por la erosión del agua y el viento en la roca arenisca, ofreciendo un paisaje de ensueño con paredes suaves y onduladas que brillan en tonos rojizos, dorados y azulados, mientras se filtran los rayos del sol.
Situado en tierras de Page, propiedad de la Nación Navajo, su acceso está restringido a tours guiados, lo que preserva sus valores, fauna, flora y belleza únicas.
En este lugar la fauna y flora son escasas, sin embargo de gran valor, muy adaptadas al desierto y formadas por ardillas, lagartijas y serpientes, que buscan sus escondites entre las rocas, los cactus y otros arbustos espinosos típicos de estas zonas áridas.
En el interior del cañón, los colores únicos que se muestran en las imágenes, provienen de los rayos del sol que se filtran a través de las estrechas aberturas del cañón, iluminando sus paredes de arenisca pulida. La luz rebota, creando fantásticos tonos rojos, azúl y púrpura. Este efecto óptico, combinado con las formas suaves esculpidas por el agua y el viento, hace que el cañón parezca un cuadro vivo.
¡Un lugar donde la naturaleza muestra su arte! ¿Lo has visitado o está en tu lista?
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